El Nuevo Dia

De productores y otros demonios

El Imparcial Cezanne Cardona Morales Escritor influencers influencers

Esa ya no es la palabra que mató a mi abuelo. La escucho en boca del productor Sixto George en los audios del juicio (“Mire cabrón, cabrón, cabrón”) y me sube un buche de vergüenza y melancolía. ¿En qué momento ese epíteto perdió su aura de insulto y grosería? ¿Cuándo abandonó la afrenta, el desagravio o la injuria, y se hizo cariño, ternura, belleza, o mecanografía amorosa? No me imagino a Montaigne agarrándole la mano a su amigo Étienne de La Boétie, mientras moría por la peste, diciéndole lo que Sixto George le dice a Maceira en los audios del juicio: “Vuelvo y te repito cabrón. Desde el amor, Maceira te repito y pido que jamás pienses que yo te estaba amenazando, cabrón”.

A mi abuelo esa palabra le costó la vida. Seis sujetos le pasaron dos veces por encima con un auto; le aplastaron el pecho y la cabeza. El periódico

de 1957 me lo recuerda cada vez que puede: “habían discutido en el trayecto y, al bajarse, Cardona le dijo a Raúl una palabra que Raúl consideró ofensiva. Uno de los hermanos de Raúl derribó a Cardona de un puñetazo, y ahí comenzó la tragedia”. Entonces supe que las palabras tenían peso, que no se las llevaba el viento, que hay tragedia porque hay palabra. Por algo, Emilio S. Belaval prefirió que “Un desagravio al cabrón del barrio Juan Domingo” fuera el primer cuento de su clásico Cuentos para fomentar el turismo; y por algo, en Cien años de soledad, Arcadio -el más cruel de los gobernantes que hubo en Macondo- poco antes de ser fusilado exclamó: “Cabrones, ¡que viva el partido liberal!”

Nunca como antes la palabra cabrón fue tan pobre; nunca tuvo tanta hambre como ahora. Allá los lingüistas con eso de que la lengua está siempre viva: ¡vaya tautología! No se trata de correctismo, ni de moralismo, es que la palabra por la que mataron a mi abuelo ya no es lo que era: “Cabrones, yo soy un fanático que está allá, diciéndote, cabrones vamos a perder el juego”, dice el productor Sixto George en el audio. Ñoñificado e insustancial, ese antiguo improperio ha perdido el coraje, el pudor, el filo y la puntería. Y de eso también trata el juicio al productor Sixto George: del abaratamiento, de la morosidad, de la trivialización de ciertas palabras. Porque el juicio no tiene nada que ver con la extorsión o la payola, sino con las palabras, con los embaucadores, con el espectáculo y con cierto periodismo que ya no volverá.

Salga culpable o no, el productor Sixto George ya ganó el juicio: primero seleccionó a su rebaño de impostores -entre , expolíticos y abogados- y, ahora, en pleno juicio, les hace creer a muchos que periodismo es ir al tribunal a reportar sus pataletas cósmicas. Y eso no es periodismo, al menos, ese no fue el tipo de periodismo del que me enamoré cuando abría los periódicos en mi niñez y buscaba abuelos en las crónicas rojas. Que mi abuelo hubiera muerto por una palabra me daba una condena placentera. Antes de los planetas, del sistema solar, de los nombres de los continentes, de las tablas de multiplicar, ya me sabía de memoria los asesinos de mi abuelo, muertísimos hacía tiempo. Después, cuando descubrí que mis estudiantes ya no leían periódicos, les proyectaba la noticia de mi abuelo en el salón para despabilarlos. La mera noticia no les aguantaba la risa burlona, pero cuando les decía que el aplastado era mi abuelo, salían de la modorra digital.

El truco ya no me sirve. Es decir, el productor Sixto George parece habernos ganado la batalla. Se colocó detrás, como un fantasma glotón, y banalizó todo. Así lo explica en el audio: “Yo soy el tipo de fanático que si se mete en la cancha la caga peor porque no sé jugar baloncesto, pero estoy gritando y viendo todo… ¿Yo no sé si me hago entender, cabrón?” La estrategia fue, y sigue siendo la misma, despojar a los periodistas del medio y sustituirlos por expolíticos, abogados, e que se jactan de una sinceridad bochinchera y arrogante. Pero el periodismo no tiene nada que ver con la sinceridad, sino con un relato. Ante tanta peste de sinceridad y “tiroteos mediáticos”, me quedo con esa palabra vieja -antigua- por la que mataron a mi abuelo.

OPINIÓN

es-pr

2023-01-28T08:00:00.0000000Z

2023-01-28T08:00:00.0000000Z

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